HISTORIA DE LA EDUCACION ESPECIAL


La historia de la Educación Especial se convierte así en una historia de la antropología y más en concreto de la antropología cultural. Se trata con ello de poner de manifiesto cómo la acción educativa, entendida como un proceso de perfeccionamiento de la persona, se ha aplicado a sujetos que presentan características claramente diferentes de las tenidas por corrientes o normales. Y todo ello con un propósito claro y firme: afirmar que el derecho a la educación, y más en concreto a una educación especial, no se justifica tanto en función de los fines como de los principios. No estamos tanto ante un derecho externo o social, un derecho que se legitima en función de las posibilidades de integración social y cultural del sujeto con deficiencias. El derecho a una educación especial es por encima de todo y antes que nada un principio insoslayable, emanado de la virtualidad misma de la condición humana, que exige y demanda –en el marco de sus circunstancias particulares– perfeccionar y actualizar en sus máximas posibilidades la condición irrenunciable del ser. Principio que la historia más reciente de la Educación Especial ha denominado de “normalización” y que constituye hoy por hoy uno de sus principales retos. Veamos cómo históricamente se ha llegado a este principio, recogiendo –con valor de síntesis algunas de las pinceladas más significativas de su devenir histórico.

La educación especial nace impulsada por los movimientos sociales se ha ido incorporando poco a poco en el sistema educativo ordinario, facilitando la integración de los alumnos con algún tipo de discapacidad. Actualmente se parte de un enfoque interactivo donde es la escuela la que asume la responsabilidad ante los problemas de aprendizaje de sus alumnos.

Aquí tenemos que abordar un nuevo concepto el de “escuelas inclusivas” que nacen como defensa de los derechos de integración y supone el desarrollo de una reforma profunda en los centros docentes.

En la primera mitad del siglo XX, se considera que las deficiencias tienen un carácter orgánico, es decir inherentes al individuo, y por lo tanto inmodificables. En esta época se abusa del uso de los test de inteligencia y así se lleva a cabo la segregación de los alumnos que no las superaban a los centros específicos, considerándose esta como la mejor alternativa.

Ya en los años cuarenta y cincuenta, se llevan a cabo importantes cambios, se empieza a cuestionar la supuesta incurabilidad de las discapacidades, se siguen teniendo muy en cuenta los test de inteligencia pero ahora se acepta la influencia de factores sociales y culturales.

Los cambios en los años sesenta y setenta, esta influencia de factores sociales y culturales toma más fuerza y los centros docentes tienen la obligación de favorecer el desarrollo de los alumnos con alguna característica “deficitaria”. También se tiene en cuenta el papel del alumno como agente activo en su aprendizaje, se critica la psicometría.

El llamado informe Warnock en 1978 supone el paso definitivo a lo que hoy se conoce como alumnos con necesidades educativas especiales, aquí queda explícita la idea de que los fines de la educación son los mismos para todos los niños y  niñas, cualesquiera sean los problemas con que se encuentren en sus procesos de desarrollo y, en consecuencia, la educación queda configurada como un continuo de esfuerzos para dar respuesta a las diversas necesidades educativas de los alumnos para que estos puedan alcanzar los fines propuestos. A partir de estos argumentos, en forma progresiva el objetivo de esta modalidad educativa comienza a dar un giro en el sentido que no sólo se trata de optimizar los avances en el desarrollo de la persona en función de su discapacidad, sino también y especialmente de proporcionar un conjunto de apoyos y recursos que han de implementarse en el sistema educativo regular para dar respuesta educativa adecuada y favorecedora del máximo desarrollo global.




Conozca la historia de la educación especial a nivel mundial




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